T’innamorerai: la indignación, la rabia y la libertad.
Y así es como se derriba otra frontera: desde el día de hoy, comienza a retransmitirse la nueva canción de Marco Masini, que -en el título- cita la más ruda exhortación para mandar a alguien al infierno. Si tenemos en cuenta los temas tratados, la fórmula musical y el carisma del cantante, podemos anunciar que ya es un éxito. A diferencia de Disperato (la canción con la que se consagró en el Festival de Sanremo) o de otros éxitos como Perchè lo fai o Il niente, Vaffanculo trata de dar voz a la rabia y al malestar juvenil en constante conflicto con los adultos («Cuando dejé de estudiar para vivir mis sueños, sentí el disgusto de mis parientes y padres; yo era uno de esos hijos-adolescentes soñadores, que desoyen los consejos y responden entre dientes: Vete a tomar por culo…»). Como se puede apreciar, el título y el estribillo -que son la misma palabra- se añaden con arte al final de algunos versos. La canción presenta ciertos rasgos de venganza, como cuando Masini recuerda que «la música es cruel, es un hoyo lleno de serpientes y, para uno que consigue llegar, cuántos son los que fracasan. Me decía la gente que entiende de música: «Tienes cara de fracasado, lo siento, no va a funcionar, Masini, vete a tomar por culo». Duro es el diagnóstico acerca de la realidad de los cantantes «todos conformistas travestidos de rebeldes». Sin embargo, lo que puede causar más perplejidad es la estrofa final donde Masini anuncia: «Dimito de falso poeta, de profeta de este club de fans, yo no quiero enseñaros a vivir porque cada uno lo aprende por sí mismo. Me iré del ruido de sus silbidos, seré yo el que os libere de mí, de este loco que grita en los discos». Será labor de los autores aclarar en las próximas fechas si se trata de un énfasis poético o de un anunciado adiós al mundo de la música ligera. Pero, más allá del contenido, lo que creará más discusión será la reiteración de la palabra de base, vaffanculo, repetida hasta 46 veces. Este hecho ha provocado que varias radios hayan decidido censurar la canción, pues podría herir sensibilidades.
El álbum continúa con la title track, T’innamorerai, deliciosa canción sentimental que evoca las primeras canciones del Festival de Sanremo -allá por los años ’50- y que gira en torno a las desenfrenadas emociones que proporciona el descubrimiento del amor y de la sexualidad. Hace referencia también a los embarazos no deseados en «el retraso de seis días» por el que se preocupa la joven protagonista. Prosigue Cantano i ragazzi, canción inspirada por el público que corea las canciones en sus conciertos, un dulce retrato de las nuevas generaciones. Dulzura que contrasta con la canción que le sucede, Paura d’amare, espléndida pista de desesperación e inseguridad, al estilo Battisti en Pensieri e parole, con angustiosos desvelos nocturnos ante el resplandor del televisor que se quedó encendido. La cuestión de la fe encuentra su lugar en el álbum a través de Dio non c’è, dedicada al cura Ernesto Balducci, malogrado hace varios meses en un accidente de tráfico. Este sacerdote fue hijo de un minero en el contexto de la Florencia de las dos facciones: anticlerical y llena de fe, de la cuál Giorgio La Pira es la expresión más vistosa. Se trata de una canción llena de dudas y preguntas, donde se narra la necesidad de creer. Avanzando en el elepé, encontramos La Libertà, canción de interesante lírica, que reflexiona acerca del contraste entre las exigencias del amor y la propia libertad. La libertad -o, más bien, su ausencia- sigue presente en Voglio volare, reflejo de una realidad gris en donde el amor es la única salida. Las referencias autobiográficas cobran aún más significación -incluso- en las dos pistas que cierran el álbum: La primera –Anna viviamo-, canción dedicada a su ex-novia, Anna Maria Gabriella Barbuti, describe el precio que deben pagar las jóvenes que quieren trabajar en el mundo del espectáculo; la segunda –Un piccolo Chopin– es un alegato personal que encierra la pasión que siente hacia la música.
Con T’innamorerai, Marco Masini evoluciona en la fórmula que le ha llevado a la popularidad y al debate. Con textos firmados por el propio Masini, Beppe Dati y Giancarlo Bigazzi, el leitmotiv del álbum gira en torno al deseo de libertad, a la ausencia de ella y a las consecuencias que de ella se extraen.
Fuente: Il corriere della sera – Luzzatto Fegiz Mario