Mucho Masini: la supergira del número 1 italiano.
Abril de 1993. Las páginas de El Gran Musical publican un seguimiento en Italia de la gira promocional del álbum T’innamorerai y de la controversia causada por Vaffanculo, el nuevo sencillo de Marco Masini. Los periodistas de la cadena 40 Principales son testigos directos de uno de los conciertos del artista italiano del momento. A continuación, la transcripción de aquel reportaje:
Se veía venir. Fulminante. Huracán Masini está barriendo en Italia. Apoyado por una supergira de cuya escala milanesa fuimos testigos de excepción, su tema Vaffanculo ha pillado un acelerón de campeonato en las listas. La canción es un ataque frontal contra un sector de la prensa y, de momento, todo el público está de parte del cantante. El fenómeno Masini ya es imparable.
Milán, 20 de marzo. El puente de San José ha llevado una oleada de españoles hacia una de las más bellas capitales italianas, cuya plaza del Duomo y las galerías Garibaldi son un hervidero de turistas. Los escaparates de las grandes tiendas de discos de la zona sólo tienen un nombre: Marco Masini, que además actúa esa misma tarde en el Forum Assago, un impresionante pabellón deportivo que está en las afueras. Allí acude también una expedición española compuesta por periodistas y fans ganadoras del concurso organizado por CADENA 40.
El cantante florentino es ya un ídolo en toda Italia. Y un rebelde, al tener el atrevimiento de enfrentarse abiertamente con una buena parte de los periodistas que a su vez lo atacaron en su anterior elepé, el segundo de su ascendente carrerón. Desde ahora, los fans son más fans, y el público en general es cómplice y militante. La traducción literal de la canción, que quizá se publique en España, podría ser ¡A tomar por el culo!, «aunque habría que cambiar relativamente el título y la letra del tema si se publica en España», nos explica Marco en los camerinos, «fundamentalmente porque la historia que se cuenta en él sólo tiene validez en mi país».
Son las cinco de la tarde. En el exterior del Forum Assago hay una estampa absolutamente alucinante: decenas de puntos de venta de camisetas, pósters, libros y toda la parafernalia que rodea al ídolo se extienden a ambos lados de la carretera con un repertorio de imágenes que ni los Rolling. Al fondo se divisa una cola kilométrica de gente. No puede ser… ¡Faltan tres horas para el concierto! «No esperaba este éxito en Italia», nos cuenta Marco, «Sabía que había hecho un buen trabajo, pero para nada me imaginaba una respuesta tan rotunda».
– ¿Cómo llevas este acoso?
– Lo llevo. Los fans son lo más importante de mi vida profesional.
Masini y toda su banda están ensayando a fondo. Pasan los minutos. Marca los movimientos, repite una y otra vez, corre de un lado para otro hasta que, de repente, mira hacia arriba y, como si hubiera visto al mismísimo demonio, sale pitando y desaparece por detrás del escenario. Los músicos le secundan. ¿Le habrá dado un ataque? De risa, en todo caso, porque vemos aparecer por las puertas laterales a las primeras fans. ¡Están poseídas! Encontronazos, grititos desesperados, caídas, de todo. Las primeras se arrodillan a dos metros del escenario. Son las sufridoras. Las que darían cualquier cosa por tocar a su ídolo: «Las de aquí son jovencísimas», asegura Marco, «pero tengo un público mucho más amplio; también hay gente mayor a quienes les gustan mis canciones. Eso se ve en las ventas y en los conciertos».
Se ha hecho de noche y el pabellón revienta. Se apagan las luces y el estruendo del público se funde con los potentes acordes en directo de Paura d’amare, su primer tema. Marco Masini aparece en el escenario con estudiado aire destartalado (zapatillas de deporte, calcetines rosas, vaqueros y camiseta, no más) y barba de tres días. Y con un distintivo muy personal: el pañuelo que recoge su media melena, que es el que lleva la mitad del aforo atado a la cabeza con las dos palabras Marco Masini bien visibles en la tela. Hay otro invento de merchandising que se repite en el recinto y que pronto veremos en España: una bombilla en forma de corazón que se enciende y se mueve, brazo en alto, al ritmo de la música.
Y suena que te suena: Fuori di qui; La libertà; A cosa pensi; Disperato y, por fin, lo estábamos esperando, Vaffanculo. Las gradas están en pie de guerra, cantando a ritmo tiffosi, con el brazo derecho alzado y golpeando el aire: «La mayor parte se las saben todas de memoria», nos explica Masini, «pero cuando canto Vaffanculo esto vibra de verdad. Es alucinante. La canción ha calado fuerte en la gente, y están conmigo de verdad. Algunos críticos se portaron muy mal conmigo en el segundo disco, después de haberme subido a tope con el primero. Resulta incomprensible. Quizá es que yo sólo puedo amar a otros si yo me amo primero a mí mismo. Y eso es lo que busco: estar satisfecho, contento conmigo mismo».
Es la canción estandarte de la noche, la que hubo que repetir en la interminable despedida, en el bis, después de cantar la veintena larga de temas (T’innamorerai; Un piccolo Chopin; Malinconoia; Ci vorrebbe il mare; Dentro di te, fuori dal mondo; Le ragazze serie; Ti vorrei; Caro babbo; Il niente, entre otros).
El concierto es una auténtica bomba. Y se repite con la entrada de la primavera en una treintena de ciudades, alterando la sangre de todas las italianas, porque, eso sí, señoras y señores, Marco Masini se escribe en femenino plural, como afirma el propio Masini.
A las españolas les contaremos un pequeño secreto: en su cuaderno de a bordo de la monstruosa gira figura un apartado en el que Marco va anotando cada uno de los detalles que se le ocurren sobre su próximo disco español, que es objetivo inmediato.
Fuente: El Gran Musical – José M. Villanueva