Masini a Il giorno.it: «La ciudad de Milán es mi mayor fuente de inspiración».
Marco Masini ha concedido una entrevista a la web digital del diario Il giorno, en la cual ha hablado acerca de su ciudad fetiche -Milán- y de sus experiencias en la ciudad lombarda.
¿Viene a coger provisiones?
En cierto modo, sí. Vengo a proveerme de experiencias de vida, de música y también de amor. Milán me fulminó con su mirada desde la primera vez que puse pie en ella. Todo comenzó en los años ’80, cuando trabajaba como dj en las discotecas de Florencia. Allí conocí a DragoDJ, un amigo que me invitó a colaborar con él en Milán.
¿Qué fue lo primero que le enamoró de Milán?
Los trenes. Me impresionaron muchísimo. El estudio de grabación estaba en Corso Sempione y me gustaba coger el tren para el trayecto. Milán me parecía grandísima en comparación a Florencia. Y, precisamente en uno de estos viajes, conocí a una chica, Giusy. Nos dimos el primer beso justo en el tren. Después comenzamos a salir pero sólo duramos dos meses.
¿Volvió a tener alguna historia de amor con milanesas?
Sí, en total tuve seis parejas conocidas en Milán. La última fue en 2007. Las chicas de Florencia me interesan menos porque hablan como yo. El acento milanés es simpático, me divierte, es elegante. Tiene menos modulaciones a la hora de entonar. No me imagino a un milanés con un habla entrecortada por el llanto, me lo imagino -en cambio- dando explicaciones.
¿Cuál es la calle de Milán que más le gusta?
La via Valtellina. Allí está la discoteca Alcatraz, a la que iba cuando el dueño era Enrico Rovelli, mi primo. Nunca llegué a tocar allí pero sí he ido a ver a muchos grupos del género heavy metal y música electrónica. Eran los años ’90: había ganado Sanremo Giovani con Disperato pero pocos me paraban en el Alcatraz, ya que era un tipo de música distinto. Podía mantener el anonimato y disfrutar las noches. También me gustaba la propia calle: tenía un aire de periferia de barrios bajos pero era muy viva. A cualquier hora de la noche te podías encontrar gente en la calle. Me recordaba a las calles de Londres; su atmósfera se asimilaba a mi modo de ver la vida, de sentirla. Era una calle adelantada a su tiempo, que me daba la sensación de que allí podía llegar a entender cualquier cosa y que podía encontrarme a cualquier persona.
¿Y de los milaneses qué piensa?
En Milán la gente vive de acuerdo a sus propios tiempos. Trabaja hasta una cierta hora, hace deporte, viaja, vive la ciudad. Los milaneses buscan su propio espacio verde, lo buscan muchísimo. Aman el contacto con la naturaleza. Nunca he conocido a un milanés que no tuviera un proyecto de trabajo y de vida.
¿No ha pensado nunca en mudarse a Milán?
Sí, muchas veces, aunque aún no quiero dejar Florencia. De todas formas, vengo por aquí muchísimo. Milán es como una lupa: amplifica el efecto de lo que haces. Por ejemplo, mis giras europeas empezaron tras hacer algunos conciertos en Milán en los que estaban invitados varios empresarios extranjeros.
En su último álbum, Cronologia, se encuentran sus mayores éxitos, abrazando de manera idealista su trayectoria musical. ¿Es momento de hacer balance?
No hago nunca balances, porque no sirven. Pienso que lo mejor vendrá mañana. En cambio, creo que podría haber gestionado mejor algunos momentos de dificultad. Las crisis son pequeñas luces de alarma, señales de evolución de la propia música y, en cambio, yo trataba tan solo de que pasaran lo más deprisa posible. Quizás no presté suficiente atención al cambio del tiempo, a las tendencias. El problema es que cuando vendes un millón y medio de discos te sientes eterno.
¿Qué quiere decir?
La música es una especie de droga y hay que manejarla con cuidado. Quizás he pisado demasiado el pedal de los conciertos. Ahora soy más reflexivo y me pregunto siempre por qué debo exhibirme, cuándo y dónde.
¿Querría realizar un proyecto musical en Milán?
Sí, me gustaría abrir aquí un lugar donde enseñar a los músicos cómo autoproducirse, con el objetivo de lograr que los jóvenes talentos tengan mayor seguridad y así poder mejorar el mundo de la música.
Fuente: Il giorno.it – Massimiliano Chiavarone
Marco tiene muy claro que cuando se «jubile» quiere ayudar y formar a jóvenes cantantes.
Toda la razón. Ya lo intentó durante su etapa fuera de los escenarios y es una idea que comenta continuamente.