Marco Masini «gana»: el estribillo más bonito de la gala.
Marco Masini ha ganado. Entendámonos, no estamos hablando de previsiones acerca del Festival, puesto que este año irá a parar previsiblemente al grupo Il volo, hablamos de vida artística. Marco Masini ha ganado. Con 51 años se presenta en el escenario del Festival de Sanremo por séptima vez, él que ya lo ha ganado en dos ocasiones -en su debut en la categoría Nuove proposte con Disperato y, hace once años, el mismo de su regreso tras su retiro forzado, con L’uomo volante; decíamos, se presenta en el escenario del Festival de Sanremo con una canción que -en los ensayos más o menos anónimos- rompe, se abre, llega. Gana. Él, que fue el primer nombre en sonar, sabida su amistad con el presentador Carlo Conti, no se apoya en una canción más o menos aceptable sino que apuesta por una óptica evolutiva, volviéndose más aireado, positivo, dispuesto a aportar.
Marco Masini vive esta participación en Sanremo con mucha serenidad, lo dice durante una entrevista en la que habla largo y tendido acerca del festival. Acaba dando respuestas metafóricas a la prensa acerca de que no se venden apenas CDs, de que la música ha entrado en la era digital y de su nuevo álbum recopilatorio titulado Cronologia, título arcaico que en la era de internet asume otro significado. Un triple álbum con cinco inéditos, que incluye precisamente la excelente Che giorno è, escrita con dos autores de los que ya hemos oído hablar, Federica Camba y Daniele Coro, conocidos por su autoría de textos de diferentes interpretes que pasaron por el reality Amici, y la maravillosa versión de Sarà per te, de Francesco Nuti, al que el mismo Masini homenajeará en la gala dedicada a la música italiana.
Este es el momento de hacer cuentas, -dice-, no necesariamente para escribir un punto y aparte sino para confrontarse con aquello que hizo, apreciando sus propios errores y llegar a entender si esos errores de verdad existieron. Es un buen momento para valorar si las nuevas generaciones existen, entienden y viven a través de esas canciones las mismas emociones que las precedentes; si Marco Masini existe también para ellos. Como sucedió con las generaciones anteriores, viene a aportar porque puede que Masini guste más o menos, pero es innegable que ha sido un cantautor que marcó un periodo, que encarnó un modo de sentirse insuficiente, queriendo ir a contracorriente. Hoy intenta mirar a la vida y al futuro de una manera abierta, como el estribillo de la canción que -lo digo sin ambages- es el más bonito que se ha oído en el escenario del Ariston. Una canción con cierto aire ludista, puesto que parece querer decir al espectador: «Deja de mirar el smartphone, mira la vida real», como si lo que sucede dentro del móvil no fuera realidad, diciendo que viva y atraviese la vida. Porque el mundo en que nos movemos ha cambiado, -dice Masini-, porque antes no existían las redes sociales y las cosas no se escribían convulsamente, se decían con la voz, quizás con el conflicto de buscar las palabras correctas, eligiendo con cuidado.
Hoy todo se hace más deprisa -dice un poco acelerado-, y se ha perdido el gusto de tomarse tiempo, incluso discográficamente, donde ha desaparecido la figura del productor. Motivo éste que le llevará -en breve- a abrir una escuela de música donde explicar a su manera cómo se hace, avalado por casi treinta años de carrera, donde dar a conocer los entresijos del trabajo a un grupo de nuevos artistas. Che giorno è se merece un éxito que quizás se le ha negado durante mucho tiempo a Masini. La canción funciona, como diría un programador radiofónico. Marco gana. Sin condiciones ni peros.