Marco Masini a Il Corriere Della Sera: «Dicen que doy mala suerte; dejo la música».
Marco Masini deja la música. El titular no deja lugar a dudas. La persecución mediática que lleva soportando desde hace muchos años y el poco soporte promocional de su casa discográfica han precipitado la retirada de uno de los cantautores italianos más influyentes de la pasada década. El prestigio diario italiano Il Corriere della Sera da la primicia en una entrevista en la cual el cantante de Florencia se desahoga.
«Dicen que doy mala suerte, lo dicen desde hace diez años. Voy a terminar la gira, como Dios manda, y después me despido, adiós, silencio. No me arruinarán la vida como a Mia Martini». De esta manera, Marco Masini se desahogaba ante la atenta mirada de Claudia Provvedini, periodista de Il Corriere della Sera. Para mayor ironía, la noticia se publicaba ayer, viernes 13.
Masini, ¿se trata de una campaña publicitaria?
No. Uscita di sicurezza será mi último disco. Éste con Ambra es mi último videoclip, sólo tengo ganas de acabar con esto. Pero antes hablaré, diré nombres, nombres de presentadores muy importantes que son culpables de este linchamiento público.
El cd se publicó hace dos meses y medio y hoy Rai2 a las 18h. le invita a un concierto en directo…
Es la primera vez, sin contar con Domenica in, porque a Carlo Conti le dan igual las habladurías.
¡Pero estamos en el año 2001! ¿Lo suyo es complejo de persecución?
Mi casa discográfica, la Bmg, ha recibido faxes de varias redacciones de programas de televisión que dicen: «Trae mala suerte, no lo queremos». Yo mismo he recibido faxes donde me explican que no me llaman porque emano energía negativa y que mis fans se están echando a perder.
¿Entonces?
Entonces no estoy en su onda, a ellos no les gustan los amores tristes, las canciones románticas a la napolitana. Sólo «oh yeah», americanos.
Digamos que existe también una motivación, digámoslo así, técnica.
Ya le digo yo cuál es el problema técnico: si tu disco no es promocionado, no aparece en televisión, ni siquiera los fans se enteran de que ha salido. A mi página web han llegado protestas del tipo: «Marco, ¿por qué no grabas más discos?». O me paran por la calle preguntándome lo mismo y yo me quedo estupefacto.
¿Y desesperado, como cantaba a principios de los ’90?
No, porque soy un guerrero. Me rebelo al sistema de exclusión que existe en el mercado italiano. Y como yo, así lo piensan otros artistas, como Eros Ramazzotti.
¿Qué le dicen Morandi y Ruggeri, con quienes colaboró en la canción Si può dare di più, ganadora del Festival de Sanremo del año ’87?
Conocen mi situación y me dicen que llevo razón, que lo que pienso es verdad: el mercado italiano no pasa mis discos, los medios de comunicación me obstaculizan. Estoy inmerso en un sistema en el que no se me reconoce, en el que no me siento cómodo con la realidad del mercado y en el que cada vez encuentro menos espacio, ya que sólo se apuesta por la música extranjera. Además, hay quien me ve como portador de energía negativa, un estigma que acabó con Mia Martini.
¿No querrá imitarla?
No, conmigo no van a acabar. Ella estaba expuesta a una verdadera persecución. Yo ni siquiera he interpuesto una demanda por aquel «funesto Masini que con sus canciones ha provocado suicidios» pero diré nombres y apellidos. Será a final de año y después, Masini -como cantante- dejará de existir.
¿Da la batalla por perdida? Tendrás que responder, ¿no?
Seré productor de un nuevo grupo, bajo pseudónimo. De momento no voy a renunciar a la gira que comenzará el próximo 29 en Latina y que finalizará a finales de año en teatros.
En el año 1997 decía en L’amore sia con te: «quando tu tra 1000 anni morirai di un altro amore».
(«Cuando tú tras mil años morirás por otro amor») ¿No le parece una especie de profecía?
En mis discos describía la rabia, el amor, la angustia, la fidelidad, entre otros temas. He vendido millones de discos y he conseguido hasta discos de platino. Me considero una persona coherente, pero ahora lo que se busca es la superficialidad, el pasotismo, la frialdad. O quizás de lo que se trata es de meter debajo de la mesa 300 millones… pero yo no estaré aquí para verlo.
Fuente: Il Corriere della Sera – Claudia Provvedini