Marco Masini a Corriere di Novara: «Quedarme anclado en el lenguaje adolescente de T’innamorerai y Bella stronza sería algo forzado, artificial e inútil.»
La dimensión más íntima es la del teatro. Precisamente es la que ha elegido Marco Masini para continuar su Cronologia Tour, que recorre sus 25 años de carrera. De esta forma -en el Teatro Coccia- el artista soplará las velas junto a su público. Será el 30 de octubre y mostrará al cantautor florentino repasar sus éxitos, desde los momentos más importantes de su carrera hasta la actual Che giorno è. Masini estará acompañado por su banda, compuesta por Massimiliano Agati (batería), Cesare Chiodo (bajo), Antonio Iammarino (tambores), Alessandro Magnalasche (guitarra eléctrica y acústica) y Stefano Cerisoli (guitarra eléctrica y acústica).
25 años de carrera. ¿Qué recuerdos te llevas en la maleta?
Un trabajo, el mío, que me ha regalado numerosas satisfacciones y la posibilidad de darle voz, en los años noventa, a una generación perdida política y socialmente en Italia. También los obstáculos diarios, la necesidad de combatir contra las cosas que van más allá de la música me han ayudado. Hoy me doy cuenta de que soy otra persona con respecto a la que pensaba ser. Cargo con un recorrido de alegrías y dolores que me ha proporcionado la oportunidad de cambiar, de crecer y de madurar… a fin de cuentas, de convertirme en un hombre.
¿Qué ambiente ofrece el teatro a un cantautor?
Hemos dividido la gira en dos partes. En la primera parte he cantado en ambientes como el Teatro Nazionale de Milano o el Colosseo de Torino, espacios muy grandes y estupendos, con los que -aún así- es posible mantener cierto hilo de intimidad con el público. En Novara -en cambio- encontraré otro tipo de teatro. Nuestra filosofía es la de preparar una producción con una estructura genuinamente teatral, realizada entre bastidores. Por eso, hemos decidido repetir este tour, para dejar contentos a los que no pudieron seguir el concierto. Novara es una ciudad que he querido incluir específicamente en el calendario: tengo muchos amigos aquí, entre ellos el embajador de la Fiorentina, Paolo Beldì. No es la primera vez que tocamos aquí: recuerdo con emoción el año 2004, donde tuve que interrumpir el concierto por una tormenta de aire. Ahora debo concluir lo que, en su día, inicié.
¿Y qué ofrecen los conciertos en plazas?
Las plazas tienen otro sabor, te permiten encontrar a la gente, vivir episodios de alegría e integración. Sí que es cierto que el teatro te da la posibilidad de atrapar en su atmósfera al público y en las plazas no puedes. El teatro tiene otra dimensión, un matiz más íntimo e introspectivo. Eso sí, al final lo verdaderamente importante es que haya personas que canten contigo tus canciones. No quiero celebrar 25 años de carrera, no me gusta autofelicitarme; busco tan solo hacer un resumen de estos veinticinco años en teatros.
¿Qué mensaje envías a través de tus canciones?
No envío mensajes, no me gusta. Escribo las historias que le suceden a todo el mundo, canto y quien quiera identificarse, que lo haga. Si bastase una canción, como canta Eros Ramazzotti, para dejar un mensaje y poder hacer cambiar de opinión a este mundo, seríamos nosotros los héroes frente a tantos políticos. Creer que hay siempre algo más allá, ésta es mi máxima en la vida, como he cantado en Che giorno è. Uno siempre debe volver a levantarse. No quiero que sean mis canciones las que lo digan sino que la gente lo piense.
Te sigue un público verdaderamente heterogéneo, ¿dónde está el secreto?
Tengo mucha suerte de tenerlo y le debo mucho a los que han hecho evolucionar la tecnología. El don de poder volver atrás y mirar en internet, permite poder conocer el pasado y las problemáticas que cantaba ayer siguen siendo vigentes hoy. Durante todo este tiempo he cambiado mi modo de cantar. Tenemos el deber de adaptarnos al momento en que vivimos y tratar de seguir siendo coherentes con nosotros mismos. Quedarme anclado en el lenguaje adolescente de T’innamorerai y Bella stronza sería algo forzado, artificial e inútil. Uno crece, ve la vida de un modo diferente. Hemos cambiado nosotros y la «bella idiota», que ahora está casada y con hijos. Debemos tener la capacidad de medir las emociones y los sentimientos.
¿Hacia dónde va Marco Masini?
No me pongo ningún objetivo: quiero sólo seguir compartiendo emociones con mi público, con el niño de seis años que canta tus canciones gracias a que el padre se las ha enseñado. Cuando sucede esto, te dan escalofríos. Este es mi trabajo: la música. Y me gustaría seguir sintiendo ese escalofrío durante mucho tiempo.
Fuente: Corriere di Novara – Eleonora Groppetti