Frankenstein.
Frankenstein.
(Bigazzi – Masini – Dati – Ballesteros)
Ya desde pequeño eras el feo del colegio,
para mí eras Paco, para el resto Frankenstein.
Te tomaba el pelo, medio en broma, medio en serio,
con la crueldad de un niño como los demás.
Pelo de panocha, con mil pecas en la cara,
a los diecisiete ya medías dos con tres,
con un corrector dental, metálico, de plata,
torpe, larguirucho, con millones de porqués.
Tú me defendías como lo hace un buen hermano,
con tus manos grandes que jamás quisiste usar.
Tú les asustabas sin querer hacerles daño,
y ahora que la vida te ha jodido aquí estás…
Cómo estás, viejo Frankenstein,
en el lecho de este hospicio, triste y sórdido.
En el bar te reclaman ya,
y tú lloras, grande y gordo, en soledad.
Frankenstein, tú te curarás,
lo prometo, en una barca iremos a remar,
y en el mar esas heridas cicatrizarán, verás,
y te enseñaré a nadar en esta vida…
Frankenstein.
Paco, volveremos los domingos al estadio,
luego por la noche iremos a la pizzería,
luego nuestros sueños van a ser como soñamos,
pues los dos tenemos sangre de categoría.
Quién no habrá perdido alguna vez alguna chica
porque ha preferido a otro más guapo que tú.
Las mujeres nunca se han fijado en tu belleza,
Paco, porque el alma es invisible, sabes tú.
Hoy nos meteremos como locos al estudio,
porque la ignorancia es la peor de las mentiras.
Viejo ganso gordo, más enorme que un armario,
con alas de cisne que querrá volar un día.
Frankenstein, ya despiértate,
no me dejes aquí solo como epílogo.
Paco aún, no te rindas tú,
di que te cabreas, que resistes, sé mi símbolo.
Frankenstein, tú te curarás,
te vendré a buscar con dos putas magníficas,
y tirar en una noche el dinero de los dos,
para darle cuatro golpes a la vida…
Frankenstein.