Gira Il cielo della Vergine: Masini inicia su tour atado de pies y manos.

Sonaban ecos de polémica ante la nueva gira de Marco Masini: se hablaba de crucifixión, de un nuevo escándalo. No ha sido finalmente así. De esta manera se evita correr el riesgo de herir las susceptibilidad de los católicos y sobrepasar la frontera del mal gusto. Aunque olvidada finalmente la provocatoria idea -mascullada en la cabeza del propio Masini y de su productor y letrista Giancarlo Bigazzi en los días previos-, finalmente sí que el resultado evoca vagamente la imagen de la crucifixión: Masini aparece atado, con los brazos abiertos, unido por gruesas cuerdas, cubierto por una especie de camisa de fuerza y detrás de tres escotadísimas y despampanantes gogós de discoteca, al compás de las notas de la histórica Perchè lo fai -canción que afronta el tema de la drogodependencia-, propuesta en versión techno dance.
Se trata del pistoletazo de salida de la nueva serie de conciertos de Marco Masini (dieciocho fechas confirmadas, tres de ellas en Suiza). El otro día le tocó el turno a Bérgamo, ayer a Firenze y mañana al Palatrussardi de Milán. Se trata de una dramatización escénica que -explica el cantante en el camerino- quiere por encima de todo denunciar «la indiferencia». El concierto de Bérgamo tuvo como prólogo el recuerdo a la malograda Mia Martini, con la canción Almeno tu nell’universo, «un obligado homenaje a una gran artista» -en palabras del cantautor florentino-. El palazzetto dello sport es algo reducido pero da la impresión de ser demasiado grande para las 1800 personas que presenciaron el espectáculo. Entre ellos destacan sobre todo las chicas jóvenes, de 15 años de media, aunque también se pueden ver tanto padres y madres como niños de colegio. Agitan sus corazones fluorescentes de plástico, dejándose la voz durante las más de dos horas de concierto. No les desanima ni siquiera los nuevos arreglos propuestos por su ídolo para el tour: sonidos techno, rock eléctrico, toques blues, sin olvidar el momento acústico con su voz como principal protagonista. Masini busca el ritmo y podemos decir que, por primera vez, el aspecto melódico pasa a un segundo plano. El resultado es un Masini más enérgico, más vital, más animado. «No quiero mostrar en el concierto las canciones tal y como aparecen en el disco» -comenta recién acabado el primer concierto de la gira-.
Seis músicos acompañan a Marco en este nuevo tour, la banda Oro (Onde Radio Ovest), que incluso interpreta alguna de sus canciónes como Vivo per, Amici o L’amore è. Se trata casi de una revolución de estilo para Masini. No sólo músical sino también visual: no tanto por la aparición de las tres bailarinas en Perchè lo fai, Il cielo della Vergine o Caro Babbo, sino porque, durante el concierto, Masini cambia de look una docena de veces: primero se presenta con una americana rosa, después se enmascara de payaso, vistiendo desde una camiseta ceñida negra hasta una tamaño XXL blanca estampada de metrópolis internacionales… sin olvidar el look de gafas negras con el pelo hacia atrás, la camiseta color carne o la camisa de aspecto inmaculado: «trato de completar el espectáculo con el impacto escenográfico» -explica Masini-. El cielo -con la constelación de Virgo, como la carátula de su nuevo disco- de fondo, cuatro brazos inclinados cargados de luces rojas que proyectan en el centro la pequeña plataforma que asciende al músico para tocar el piano. Masini reinventa sus canciones clásicas y nuevas: desde Le ragazze serie a Cuccioli, pasando por Cenerentola innamorata y Principessa (pequeño homenaje teatral a Fellini, al vestirse de payaso), sin olvidar Fuori di qui, Zero, La libertà, Malinconoia o Il niente. La propuesta acústica engloba desde Ti vorrei hasta Disperato y Vai con lui. No podrían faltar Bella stronza y Vaffanculo. El concierto da su punto final con Ci vorrebbe il mare y T’innamorerai.
El volumen es ensordecedor, ya que se denotan algunos problemas técnicos en el sonido. Los nuevos arreglos muestran el audio algo distorsionado pero no impide que las fans participen y se sientan en el séptimo cielo. Masini cierra el concierto acordándose de los que censuran Bella stronza por ser «ofensiva a las mujeres» y continúa mostrando la cruda realidad con Principessa, sin olvidar la palabrota con Vaffanculo, que el público canta hasta dejarse la voz mientras sueña con los ojos abiertos.
Fuente: Il Corriere della Sera – Pozzi Gloria