Marco Masini a Racconti d’autore in musica e parole: «Hay que valorar el pasado pero lo importante es el futuro».
La pasada noche tuvo lugar una nueva cita con la música en el centro comercial Brugnato 5Terre Outlet Village: con motivo de la iniciativa Racconti d’autore in musica e parole, Marco Masini actuó en directo y fue entrevistado por el periodista Massimo Cotto. El cantautor florentino recorrió con su piano su dilatada carrera, tocando tanto grandes éxitos de principios de los ’90 como sus últimas composiciones.
No teníamos una mejor forma de empezar que escuchando estas dos canciones: Spostato di un secondo y Che giorno è.
Gracias. Buenas noches.
Has comenzado con un medley de dos canciones que podríamos decir que representan tu pasado más próximo. Spostato di un secondo habla, a su manera, de la relación con el pasado. ¿Sueles mirar al pasado con frecuencia?
No, no suelo hacerlo porque creo que el pasado debe servir solamente para aprender, no para llevarnos a un túnel de nostalgia. Mirando al pasado nos arriesgamos a su influencia y corremos el riesgo de condicionarnos. Creo que es más importante el futuro. El pasado te ayuda a emprender el futuro de una manera diferente con respecto a cuando tienes menos años y tienes más posibilidades de equivocarte. Lo cierto es que la posibilidad de equivocarse es la misma, porque la experiencia no te ayuda tampoco mucho pero el hecho de tener un mínimo de lucidez y conciencia te puede facilitar las cosas.
Ingrid Bergman decía: «para permanecer eternamente joven se necesita no tener memoria porque, a veces, el pasado es una trampa». Especialmente es una trampa si cuando miramos atrás, en el pasado, sentimos un punto nostálgico. Tú has citado esta palabra, diciendo que no hay nostalgia sino una bonita melancolía. ¿La melancolía a veces puede ayudar?
Puede ayudar porque estimula a encontrar ese romanticismo que hemos perdido, incluso los más románticos, porque la tecnología te enseña a ser más rápido y cuando eres más rápido, no te detienes. No te detienes a mirar, no te detienes a respirar, no te detienes en las pequeñas cosas. Es un problema el hecho de adaptarse, porque adaptarse a la realidad es casi una obligación y es arriesgado sustituirlo todo a la fuerza, hablo del hecho de sustituir a alguien por otra persona. Hoy, cada minuto, cada momento, vale mucho más que ayer, porque la velocidad es otra, también en la comunicación. Por tanto, al final corremos el riesgo de volvernos más fríos, más insensibles, pero si nos detenemos demasiado corremos el peligro de quedarnos atrás.
En el plano sonoro, hay un viraje hacia el campo de la electrónica, del electropop, quizá porque es la música de los años ochenta, aquella donde mostraste tus primeros pasos en la música.
Sí, digamos que la música electrónica fue el sonido que originó mi amor hacia la música, porque yo vengo de los años ochenta, aunque comencé mucho antes. Pero sí, la música la comencé a conocer más profundamente a finales de los años setenta, principios de los años ochenta. Fueron años muy importantes. No sólo por el uso de la electrónica sino, más bien, por la melodía y por la métrica de aquellos tiempos y la música que se escuchaba, que parecía que no tendría recorrido y finalmente descubrimos que era algo maravilloso.
Esta canción que acabas de cantar, L’uomo volante, fue importantísima en tu carrera, no tanto por el puesto obtenido en el Festival de Sanremo sino porque significó un grandísimo regreso. Ahora parece que hemos olvidado la primera parte de tu carrera, dado que eres uno de los cantautores más queridos de Italia, pero quizás olvidamos que has pasado por periodos oscuros. Me gustaría preguntarte si es verdad que uno de los productores discográficos una vez te dijo: «Masini, no te quiere nadie ya, vamos a dejar de publicar tus discos«.
No fue exactamente así. La discográfica encontraba dificultades para promocionarme y cuando una empresa encuentra problemas a la hora de promover un producto, renuncia a venderlo y, por tanto, a promocionarlo. En ese momento tratamos de romper el contrato o, al menos, buscar la mejor forma de finalizar la relación contractual. Y así fue: llegamos a un acuerdo para finalizar el contrato. Fue difícil porque, sin contrato discográfico, debes producirte tú solo, a menos que te asocies con otras figuras discográficas. Dentro de esta asociación estaba yo mismo como socio.
¿Creaste un sello independiente con Mario Ragni?
Sí, aquel era el momento preciso de tomar un camino más emprendedor, un camino diferente a lo realizado anteriormente, donde la gestión propia me sirvió para crecer y madurar.
¿Cómo te sentiste en aquel momento, cuando te diste cuenta de que estaba sucediendo algo que estaba fuera de tu control?
Sientes especialmente miedo desde un punto de vista profesional. En aquel momento debía ser especialmente lúcido y, por encima de todo, no caer en la trampa del victimismo, porque no sirve absolutamente para nada. Debes aceptar tu responsabilidad, analizar las decisiones que has tomado hasta ese momento y tomar aquellas que te permitan mejorar y encontrar una salida. Si lo haces con lucidez, calma y frialdad puedes conseguirlo la mayoría de las veces. De todas formas, yo sentí siempre mucho cariño por parte de los fans y… (la gente aplaude) este aplauso es para vosotros. Encontré mucho valor gracias a ese punto de referencia que son mis fans.
Ese aplauso es también para ti porque, me explico, cuando un artista logra el éxito, pasa por un periodo oscuro y luego vuelve, tiende en mayor o menor grado a pagarlo con los demás. Tú, sin embargo, siempre has sido una buena persona, por tanto el aplauso también es para ti.
Te lo agradezco, agradezco a todos, pero no sabría decirte si soy una buena persona. Creo que no sirve de nada pagarlo con alguien. Esta profesión es maravillosa. Poder ser músico es un regalo, una grandísima suerte. Hay gente que trabaja con más o menos fatiga, esperando con ansia el fin de semana. Yo, en cambio, no. Estoy esperando que llegue para ir a trabajar. Es una suerte increíble poder dedicarme a esto y dedico esta suerte a aquellos que me han seguido, acompañado y soportado. También se lo dedico a aquellos que me han lanzado la verdad a la cara, que no me han echado una mano, porque gracias a ellos he sido más fuerte. La vida, en mi opinión, te va ayudando en las alegrías y en el dolor, ya que para superar el dolor debes utilizar tu propia fuerza.
Tú, que te consideras afortunado, ¿crees que los trenes pasan sólo una vez en la vida y debes cogerlos?
No, yo creo que los trenes pasan siempre. Siempre habrá un tren, incluso con noventa o noventa y cinco años pasará un tren que te permita una última satisfacción pero para cogerlo se necesita estar en la estación y es necesario sacrificar algo de nosotros mismos, ya que todo lo que pueda ofrecérsenos hoy, lo podrás hacer hoy, no se podrá esperar a mañana ni otro día que nos venga mejor. Siempre me ha apasionado esta cuestión, quizás he sido un poco estajanovista, ya que nunca me he rendido con el piano porque creo que todo nace de ahí. No hay un camino preferente sino que sólo se necesita una canción que llegue a emocionar y, consecuentemente, compartirla con alguien que se llega a emocionar contigo. Cuando la emoción es grande, has conseguido alcanzarte a ti mismo.
Ahora, Marco… vete a tomar por c*** (refiriéndose a Vaffanculo).
Aquel fue un momento donde la valentía la tuvo sobre todo Giancarlo Bigazzi. Trabajábamos junto a Beppe Dati y nació la idea de hablar acerca de aquel momento generacional. Giancarlo fue el primer valedor del título de la canción y recuerdo que cuando en la casa discográfica escucharon Vaffanculo dijeron que era una canción muy buena pero que cambiarían sólo una palabra. Fue ahí cuando Bigazzi, que era un guerrero invencible, que se peleaba con todos, amenazó incluso con romper relaciones y fijaos que Bigazzi había dado muchísimo a la casa discográfica. Bigazzi, para mí, ha quedado como un gran genio pero especialmente como un abanderado de la valentía artística como muchos otros que he conocido posteriormente durante mi recorrido, siendo uno de ellos Giorgio Faletti. Creo que, al final, de los hombres valientes aprendes muchísimo, no significa que te conviertas en alguien valiente pero te permite crecer muchísimo.
No olvidemos que este grito, el de Vaffanculo, fue una especie de grito generacional, no era tan solo un desahogo. De otra manera no habrías podido vender un millón trescientas cincuenta mil copias.
Nosotros queríamos describir una situación, queríamos hablar en nombre de otros. No creíamos que fuera justo hablar sólo de nosotros. Cuando se compone, cuando se escribe, es bonito hablar de los demás, especialmente de los demás, diría yo. En aquel momento aquella generación estaba sufriendo. Los años ’90 fueron una etapa de gran desconcierto, también para aquellos que eran más jóvenes que yo. Yo nací en los años sesenta y tenía 26 años, pero hubo gente que la vivió en plena adolescencia y posiblemente la sensación de desconcierto fue mayor para ellos.
Si lo confrontamos con los años que vinieron después, ¿cómo encuadraríamos los años noventa con respecto a los años sucesivos?
Es difícil, los años dos mil trajeron ilusión y probablemente nos acercaron un poco más a los demás aunque siempre con desconfianza. En los años ’90 descubrimos la traición, sobre todo en este país, la traición social y política. Quizás cuando sientes ese golpe sientes un poco de resignación, de serenidad fingida. Después llegó la tecnología que tuvo el efecto de un regalo de Navidad, porque nos enamoramos de los primeros teléfonos móviles, de los primeros mensajes y de Internet, que comenzó a volverse realmente determinante, importante e indispensable. En ese momento conocimos lo que era compartir y participar, conocimos lo que era no vivir en silencio sino que podíamos crear nuestro propio canal, nuestra propia ventana. Así, creando nuestra ventana, creamos la posibilidad de confrontar. Confrontando llegamos a tener más fuerza para descubrir el engaño, descubrir a una persona falsa o a un ladrón. Esto es más fácil si somos más personas, porque cuando estás solo eres más vulnerable mientras que cuando estás en grupo reaccionamos mejor.
Te estaba escuchando atentamente cuando hablabas de la traición. Recuerdo que Martin Luther King decía: «al final no recordaremos tanto las palabras de nuestros enemigos como el silencio de nuestros amigos». ¿Te has sentido traicionado?
Luther King no lo dijo casualmente, me parece una cita maravillosa. Hay que saber interpretar las cosas maravillosas y creo que es importante sentirse buenos amigos de nosotros mismos, porque creo que es ese el problema: encontrarse a sí mismo es lo más difícil porque al final no debes depender sólo de los demás. Creo que lo primordial en la vida es encontrarse a sí mismo. A menudo estamos en conflicto con nosotros mismos y es debido a que no sabemos escuchar nuestro silencio.
En el mismo disco en el que se encuentra Vaffanculo, hay espacio para una balada bellísima, que se ha convertido en una de tus canciones referencia.
Perdona, estaba pensando a cuál te referías (ríe). Precisamente, esa canción debió ser el primer sencillo del elepé. La casa discográfica Ricordi luchó porque fuera así. Pensaban lanzar una canción menos violenta, más calmada, pero al final no fue así, teníamos razón nosotros. Pero, más allá de todo esto, la composición de T’innamorerai nació de un momento de gran romanticismo de Giancarlo y juntos confeccionamos una melodía muy sencilla, en aquel momento incluso llegamos a pensar que era demasiado sencilla.
El arte es el lugar donde aún podemos encontrar la verdad, el lugar más puro donde encontrar la realidad.
Bueno, no sé si el lugar más puro pero quién quiere encontrar la realidad, la encuentra, porque la verdad -en mi opinión- no es absoluta sino relativa, como el espacio y el tiempo. Por ejemplo, cuando se cae en depresión no se encuentra la verdad en ninguna parte, y te sientes indeciso ante la vida, ya que tienes miedo de todo. En el arte, en cambio, yo encuentro seguridad y certeza.
¿Qué es lo que puede y no puede hacer una canción?
Puede tener un efecto diferente a todos los demás. En mi opinión, esa es la belleza del arte y de la música. Este es el gran poder de una canción, que te trasmite una emoción grandísima que cada uno puede hacer suya en relación al momento vital que está atravesando, mientras que cualquier otra cosa que muestre algo tal como es, lo muestra igual para todos, de la misma manera, no la podemos interpretar.
¿Cuáles son las canciones que te han hecho más bonita la vida o que habrías querido escribir tú?
Muchísimas… Mira, melódicamente creo que, como canción italiana, la más bonita es Fotografie de Baglioni. Un auténtico temazo, con una letra espectacular, que me habría encantado haber escrito. La escribió junto a Paula Massari, contribuyendo a crear una canción muy original en aquellos años. Es una poesía perfecta desde el punto de vista métrico, porque supo acoplar la extensa melodía con las palabras. Esto es algo que en los años setenta se hacía y que fue un marco preciso en la manera de hacer música en aquel momento. Yo, que he sido muy fan de Baglioni, le seguía en sus giras, ya desde 1979 con, creo que E tu come stai?. Tuve mucha suerte en aquellos años porque mi profesor de música, Walter Savelli, tocaba el teclado en la banda de Baglioni y me coló en los camerinos, justo después de publicar Strada facendo, en 1981 o 1982. Allí aprendí que el escenario sería un bonito lugar donde vivir.
Has conocido a muchos artistas italianos. ¿Cuál dirías que ha sido el artista más infravalorado? ¿Y cuál, en tu opinión, tiene la voz más bonita?
Hay muchísimas voces bonitas en Italia. Me da un poco de vergüenza decir sólo una porque, si partimos del comienzo, de cuando era pequeño, para mí la voz de Claudio Villa era particularmente bonita. Era una voz caliente, grandísima, el símbolo del bel canto. Representó a Italia siempre y siempre fue Claudio Villa, nunca cambió.
Nunca cambió para bien y para mal.
Especialmente para bien porque la música ya estaba cambiando, estaba volviéndose cada vez más pop. Por otra parte, inmediatamente después, si consideramos al artista que ha sabido interpretar el canto moderno con la técnica espacial, el más grande fue Lucio Dalla, porque incluso en directo era algo impresionante y creo que técnicamente sigue, a día de hoy, imbatido. Con él llegué a compartir un par de momentos: me llena de orgullo porque, una vez me dijo en mis inicios: «Masini, después de mí, tú eres el mejor de todos».
Te dio la medalla de plata…
Sí, la medalla de plata. Obviamente, me dijo aquella mentira para animarme, porque era joven. Luego, si hablamos de voces femeninas, me quedo con dos hermanas: la voz de Mia Martini porque, en mi opinión, era espectacular; y la de su hermana, Loredana Bertè, porque a Loredana con solo escuchar la primera palabra de una canción ya reconoces inmediatamente su voz. Esta es una de las cosas que me apenan un poco cuando escucho música hoy: a veces noto muy poca originalidad en las voces que están naciendo, quizás porque me estoy haciendo viejo. Recuerdo cuando mi tío escuchó Disperato dijo: «esto no es música». Por tanto, ahora entiendo que el futuro no se entiende, el futuro no se acepta, el futuro no se prevé. No podemos considerar mejor la música del pasado que la del futuro porque nosotros vivimos la música del pasado cuando éramos jóvenes, mientras que el futuro, desgraciadamente, lo estamos viviendo ya envejecidos. Creo que debemos tratar de entender lo nuevo, debemos analizarlo y quizás apreciarlo. Quizás debería ser un deber hacerlo para tratar de apreciar el futuro. No obstante, creo que ese modo de cantar aún hoy sería moderno, es decir, si naciera mañana Mia Martini y participara en el Festival de Sanremo con una buena canción, ganaría, y sería una artista del futuro.
Incluso si no ganara, sería recordada en el tiempo.
Sí, como Loredana Bertè. De los artistas de hoy hay muchos que me gustan, que han conseguido un éxito justo. Creo que la música italiana de hoy tiene mucha calidad, incluso con el mismo modo de cantar e interpretar.
En tu discografía hay una canción muy bonita: Dal buio, publicada en 1990. ¿Cómo nació?
Es una canción que compuse junto a Beppe Dati. Nosotros la escribimos pensando en una escena en la cual, más allá de poder ver o no ver, muestra que una cosa que para ti puede no significar nada, para otro puede ser algo importante. Nosotros, que vivimos en una gran comunidad, a veces no nos damos cuenta de muchas cosas. En este caso, nos emocionó muchísimo imaginarnos la escena de un invidente que cruza la calle y es ayudado por una chica. Emociona lo que puede enseñar y ayudar el hecho de quien es feliz con un pequeño gesto mientras que nosotros no logramos encontrar esa felicidad real.
Escucha, Marco: estuve buscando en antiguas entrevistas tuyas para tomar apuntes y encontré una frase tuya muy bonita que me sorprendió: «las historias no hay que buscarlas, las historias te encuentran».
Sí, totalmente, porque, aunque no te encuentre la historia, siempre habrá alguien que te la cuente. Creo que la relación con mi público es y será eterna por esto. Ellos, desde principios de los ’90, me han contados sus historias a través de las cartas que me escribían. Aquellas cartas que olían a perfume y a flores, firmadas con labios estampados. Al final, más allá de las típicas cosas que se dicen a los artistas, a los cantantes, a los actores, siempre extraes algo personal que te cuentan. Se hace siempre, incluso hoy día en las redes sociales. Allí se cuentan lo que hacemos cada día, quizás como desahogo, como muestra de solidaridad hacia los demás. En su momento lo hacían para mí y ahora lo hacen para todos y a todas horas. Obviamente las cartas ya no existen, no se escriben. Sin embargo, no por eso dejamos de tener acceso a las historias, diría incluso que el acceso es mayor, ya que no es necesario abrir una carta, con tener Wi-Fi es más que suficiente. Por eso, puedo decir que nunca he tenido problema en encontrar las historias que luego contaba en mis canciones. Cuando estaba en un periodo en que no me venían o no las imaginaba, ahí estaban mis fans para mostrármelas.
Sí, porque las canciones son siempre autobiográficas, ¿verdad? Puede no ser una historia propia pero sí te identificas en una historia o momento de alguien cercano a ti.
Pienso que es muy bonito vivir momentos junto a otras personas, ya que así cada uno podrá recordar y contar ese momento de forma propia. Yo he vivido muchos momentos con gente de mi generación y de la generación inmediatamente posterior y eso me ha permitido expresarme. Si se vive en una realidad basada solamente en nuestra experiencia personal sin compartirla, al final sólo hablarás de ti mismo, y terminarás incluso por aburrirte.
Un inciso acerca de Giorgio Faletti: su mujer, Roberta Faletti, habría querido estar aquí con nosotros pero no ha sido posible. Nos ha transmitido su saludo y su agradecimiento a Marco Masini.
Pasé unos días en la casa de Giorgio durante una gira de conciertos en verano que hizo parada en la isla de Elba. Él vino a ver los ensayos, las pruebas, y me invitó a su casa, donde pude leer algunos de sus escritos. Trabajamos juntos en uno de ellos, que dio lugar a Gli anni che non hai, una de mis canciones. Suya es la letra, que yo adapté un poco a la métrica. Él me transmitió mucha valentía, mucha seguridad, ya que él trabajaba continuamente en sus miedos y en su inseguridad para llegar a sus objetivos. Creo que la inseguridad es el arma secreta del valor, porque precisamente cuando eres una persona insegura, trabajas para buscar ese valor. Él demostró con su forma de ser que el arte es universal y que no existe un sector artístico sino que el arte es global. Quien tiene sensibilidad para componer, la puede tener para pintar, para cantar e interpretar. Para mí fue una persona y un artista de 360 grados.
Tuviste mucha valentía al presentar tu versión de Signor Tentente en el pasado Festival de Sanremo.
No sé. Valoré muchas cosas antes y debo decir que todos se mostraron sorprendidos y no estaban de acuerdo. Todos, absolutamente todos.
¿Todos? ¿A quién te refieres?
A todos. Me explico: cuando eliges una versión para presentar al Festival de Sanremo, debes decírselo al director artístico, en este caso a Carlo Conti. Le dije que había elegido esta. Me dijo inmediatamente: «No. (Ríe). Es complicado. Mejor una canción más fácil, que entre mejor…«. Le dije: «Mira, Carlo. Esta canción es preciosa y durante muchos años ha estado injustamente guardada en un cajón, porque es actual, ya que aunque la temática tiene unos años, los miedos y la situación es la misma«. Así fue. Cuando mandé la maqueta a la casa discográfica, a los productores… todos me dijeron que no. Sin embargo, cuando le mandé la maqueta a Carlo, me dijo que era buenísima. Entonces Carlo me dijo que sí, que aceptaba la proposición. Yo quería principalmente recordar a Giorgio, homenajear a ese hombre extraordinario. Aparte, que la canción es extraordinaria, maravillosa, increíble. Siempre quise versionarla, y aquella ocasión era perfecta.
Para cerrar de la mejor manera esta noche perfecta, querríamos escuchar Ci vorrebbe il mare. Gracias, Marco.
Gracias a vosotros. Ha sido una velada maravillosa.
Fuente: Racconti d’autore in musica e parole – Massimo Cotto