Marco Masini a Gente Della Notte: «No me he quedado anclado en el Masini de principio de los ’90».
Breve o larga, ¿cómo defines la vida? Cuando eres niño piensas que es larga, los días parecen interminables y el tiempo parece no pasar. Cuando te haces adulto todo es diferente, descubrimos que envejecemos y el tiempo cada vez pasa más deprisa, inexorablemente, y los años parecen ser cada vez más breves. Transcurren los días, los meses y los años esperando que ocurra algo que cambie nuestra existencia drásticamente y nos asegure una posición de prestigio, sin preocuparnos de que, mientras, el tiempo está pasando y se está consumiendo precipitadamente nuestra vida. Masini está muy unido al componente espacio-tiempo, tanto que su nuevo trabajo discográfico gira entorno a él. A la pregunta de «¿A qué canción se siente más unido?» responde: «A ninguna en particular. Cada canción es hija de su propio tiempo. ¡Puede que yo me sienta también unido al tiempo!«.
Han pasado muchos años desde aquella vez en que subió al escenario que lo presentó al gran público. Corría el año 1990 cuando Marco Masini participó por primera vez en el Festival de Sanremo con Disperato, adjudicándose la victoria en la categoría Novità. Este año, tras muchas vicisitudes, canciones y otra victoria en 2004 en Sanremo con L’uomo volante, volvió al Teatro Ariston con la canción Spostato di un secondo, primer sencillo extraído del álbum homónimo, publicado el pasado mes de febrero. La canción encierra el sentido de todo su nuevo trabajo: una reflexión acerca de lo importante que puede ser llegar a algunos puntos donde ya se estuvo antes pero con un segundo de anticipación, para reflexionar acerca de los momentos importantes y significativos de la propia vida, sobre la dificultad de vivir y sobre el peso que puede tener la casualidad en nuestra existencia, la cual podremos sobrellevar con la desesperada voluntad de amar.
Una confrontación contra el pasado «El pasado no se puede cambiar«, afirma el cantautor florentino. Su undécimo disco nos muestra un Marco Masini en óptima forma y que pone atención en una suerte de búsqueda de soluciones para remediar nuestros errores y reencontrar sentido a todo. Las letras de las canciones giran entorno al amor y, en segundo lugar, a la existencia. Rabia, desilusión e insatisfacción dejan espacio a la esperanza. Tras años de silencio vuelve a la primera plana queriendo comunicar con el mundo, tratando de alienarse a él. El deseo de comprender de nuevo el sentido, a través de la emoción, es fuerte. En esta entrevista, Masini desnuda su corazón, con serenidad y con su marcado acento toscano. Se ha vuelto más hombre, con la barba más larga y las gafas muestran una madurez adquirida y, sin embargo, cuando habla de su padre, le brillan los ojos como si fuera un niño delante de su héroe.
Han pasado casi treinta años desde tu aparición ante el gran público. ¿Qué le dirías hoy a aquel joven que cantaba Disperato?
¡Bonita pregunta! Le diría tantas cosas… le sugeriría que prestara más atención, siempre. Creo que ese chico cantó en un periodo generacional muy difícil en todos los aspectos, especialmente desde un punto de vista existencial, más allá del ámbito social. Difícil desde un punto de vista de integración, de desconcierto, de vacío generalizado, sin puntos de referencia. Yo lo canté desde el prisma de un chico cualquiera, sin tener la responsabilidad de un portavoz. En ese momento no me daba cuenta pero realmente lo era, porque cuando vendes un millón y medio de discos lo tienes que ser por fuerza. En consecuencia, sentía el deber de declararme capitán o líder de una idea pero este rol nunca lo interpreté así. Mi idea estaba dirigida sólo a la música y a lo que cantaba.
«Si me miro en el espejo con el tiempo que ha pasado…» es el comienzo de uno de tus éxitos. Ahora, ¿qué reflexión tendrías mirándote al espejo?
Bueno… ¡no soy para nada más rico ni mucho menos más malo! Desgraciadamente, el peso discográfico ha disminuido. En el pasado, posiblemente, era más inconsciente. Hoy escucho muchísimo los consejos de los demás, sobre todo los de los jóvenes, ya que ellos son los que viven la realidad de hoy. Nosotros, la generación de los años ’60, tenemos más dificultad a la hora de usar las nuevas tecnologías y las redes sociales y, obviamente, entrar en confrontación con los jóvenes y estar al día. Es como mi padre, que tiene 80 años y vive con las limitaciones de su confrontación con la sociedad y el progreso. Yo vivo las mías, es decir, las de cualquier hombre de 50 años.
En tu nuevo disco, Spostato di un secondo, el concepto tiempo tiene mucha importancia. ¿Hay un momento en tu vida donde habrías querido retroceder un segundo?
Obviamente pero si corrigiéramos esos errores no seríamos lo que somos. Yo estoy bastante contento de ser la persona que soy, siempre encontré en mi interior diferentes modos de reconstruirme, de volver a empezar, para no rendirme y no dejarme llevar por la nostalgia, tratando de creer que la vida comienza cada día. Hay momentos en la vida en la que querríamos volver atrás y volver a vivir aquellos tiempos: recuerdo especialmente una discusión con mi padre, en un momento donde mi madre estaba muy enferma. En fin, hay una serie de cosas que volvería a hacer pero que no me afectan directamente.
Dedicaste precisamente a tu padre una de tus canciones más emotivas: Caro babbo. ¿Qué relación tienes con él?
Ahora ejerzo de padre con él, porque cuando una persona es anciana vuelve a ser un niño y, por eso, estoy al cuidado de él. La relación ha cambiado, se ha invertido.
No tienes hijos, ¿nunca pensaste en la paternidad?
Sentía ese deseo con 40 años, hoy no sabría decirte. ¡Ahora con 52 años me arriesgo a que me confundieran con su abuelo! (ríe)
Marco Masini gusta a los románticos, a los nostálgicos y un poquito también a los melancólicos. ¿Te consideras romántico y nostálgico?
A lo largo de mi vida he cambiado muchas veces. Digamos que en los años ’90 era muy romántico y seguramente los nostálgicos recuerden a aquel Masini. He sido siempre un músico y el músico tiene otras inquietudes además de las letras, como la música y el sonido… quizás me consideraba mas un innovador a la Keith Emerson, un descubridor de sonidos modulares del ámbito de la electrónica. En cambio, cuando tenía 7 años, era más bien un pequeño Chopin, dando mis primeros pasos en el piano. Más tarde, al crecer, mi camino se orientó hacia la búsqueda de la modernidad, del sonido electrónico, siempre en continua mutación. En los años ’90 era muy romántico y seguí siéndolo en algunas canciones de principios del 2000. En ciertos aspectos también he sido rockero, aunque nadie lo haya percibido, pero mis canciones estaban fuertemente influenciadas por el rock de los años ’80. En los años ’90, mis dos primeros discos contenían influencias del blues, del rock y mi modo de cantar era un poco «aerosmithiano», tratando de usar la voz en grito como hacía Steven Tyler en aquellos tiempos. Por tanto, he tratado especialmente de escuchar música y ponerla en práctica pero mis letras eran tan viscerales que el resto pasaba a un segundo plano. A lo largo del tiempo esto cambió, pasando a ser una persona más fría a la hora de reflexionar las cosas y este disco es la prueba, a excepción de dos canciones románticas. No tiene ni un ápice de nostalgia, ya que yo no he vivido nunca de ese modo. Quizás alguien se quedó con la idea de aquel chico de principios de los ’90 pero yo no, yo no me he quedado anclado en aquel Masini, he seguido construyendo mi recorrido. Después de escribir Caro Babbo y Ci vorrebbe il mare, escribí Vaffanculo, que nadie se lo habría imaginado. Siempre he cambiado y he intentado anticiparme a los tiempos, no tratar de seguir una corriente sino ser un precursor, tratando de representar lo que sería mañana. Nunca he creído en seguir siendo el mismo sino en cambiar en base a mis experiencias, porque al final nosotros somos el resultado de nuestras experiencias vividas.
El próximo 30 de abril comienza tu gira de conciertos en el Teatro Verdi de Montecatini, ¿puedes adelantarnos algo?
En esta gira encontraremos sonidos que nos retrotraerán al pasado pero con los parámetros de la música que se escucha hoy. Nos apoyaremos en elementos visuales para dar mayor visibilidad a las canciones, especialmente en aquellas que pertenecen al pasado, que han tenido su momento histórico, llevándolas al presente. No es fácil porque el pasado no lo puedes cambiar pero es posible adecuarlo a la sonoridad justa, dándole un toque de modernidad a través del pop, la electrónica y la creatividad visual. Hoy a todo hay que darle un giro de tuerca, trataré de hacer algo inesperado. No es una cuestión sólo de cambiar la música sino de construir un espectáculo homogéneo.
Pregunta típica: ¿cómo vives la noche?
La noche, para mí, depende del día, de cómo fue el día. Normalmente aprovecho la noche para escribir, típico de cantautor, aprovechando la tranquilidad. La noche me apasiona y me asusta al mismo tiempo, porque me abandono al pensamiento de mis errores y esto puede hacerte perder el sueño y hacerte naufragar entre pensamientos y recuerdos.
Fuente: Gente della notte – Sara Brestolli