Il giardino delle api: equilibrado y arriesgado.
Es importante destacar en primer lugar el mérito por el booklet, con una buena fotografía que muestra a un Masini sonriente, rodeado de flores y plantas, perfectamente en sintonía con el título del álbum. Pero centrémonos en lo importante: un trabajo que llega tras cuatro años y medio del último disco publicado de canciones inéditas tiene -por fuerza- muchas cosas que decir. De hecho las dice, al estilo Masini: pasando de pista en pista a través de la morbosa vena pop en la que en los últimos años -rodeados de alguna que otra amargura- el músico fiorentino se encuentra más cómodo. En este jardín de las abejas nos encontramos -naturalmente- Nel mondo dei sogni, la canción presentada al Festival de Sanremo -en dos versiones (sin y con Jessica Morlacchi en versión acústica)- pero también algunas propuestas más interesantes.
Un par de títulos destacan por encima de los otros: Libera, una canción-diálogo dedicada «a los padres » desde la perspectiva de alguien que no tiene hijos pero que dice que «con esta canción busqué meterme en la postura de un padre para dar voz y sentimientos. Sé que yo sólo puedo intuir su estado pero mi intención con esta canción es reflejar en carne viva su situación».
La otra pista reseñable es La mia preghiera, que por la brevedad -y sin buscar ofender a Masini- musicalmente se puede definir ramazzottiana; la letra habla de errores, de una «ley que no basta», de la búsqueda de la fe y la esperanza de que «exista otro camino». En su línea, Masini no termina de abandonar la cuestión existencial y continúa a darle voz.
También encontramos Briciole, balada eficaz que reflexiona acerca de mentiras, errores y dolorosas rupturas. Imposible e injusto esperarse, del resto, un Masini sereno: precisamente aquí se ve con claridad el hombre que tanto ha buscado, sufrido y esperado, que cae y vuelve a levantarse, que sueña un futuro (¿sereno?), que busca un hijo (evocado en el texto de Il nostro ritorno), que asume el peaje y que no tiene miedo de asumir sus propias derrotas.
Importante también el homenaje a Firenze en Gli occhi dell’Arno, crónica de la inundación que acaeció en la ciudad en el año ’66 y que se vuelve un flashback infancia de Masini. La polémica también encuentra su lugar en Brava, crítica del mundo del espectáculo, donde la protagonista es una chica joven aspirante a personaje televisiva.
El álbum -paradójicamente- pierde su punto incisivo a medida que se acerca al final, con los últimos dos cortes: Maledetta amica mia, que no suena muy convincente y la homónima Il giardino delle api, que aún dando título al disco no es la canción más destacada de un trabajo que en su totalidad consigue ser equilibrado y, a la vez, arriesgado. Todo lo contrario que, por ejemplo, Disperato.
Paolo Maraone – Rockol.it