Marco Masini a TGcom24: «¿Los amigos con derecho a roce? Alguno de los dos siempre pierde».

En los años 90 estaba considerado como el «profeta» de los jóvenes que sufrían por amor y se cuestionaban acerca de la existencia. «Realmente era un chico como cualquier otro -explica Marco Masini a Tgcom- y canté Vaffanculo precisamente para alejarme de la figura de profeta». El cantautor publica el álbum Niente d’importante, que tiene el mismo título que el sencillo que narra la historia de dos amigos con derecho a roce: «Es peligroso porque, en cuestiones de amor, al final siempre pierde alguien».
En la última canción del disco, Marco come me, cantas: «ho raccontato storie, confezionato bugie» («he contado historias, elaborado mentiras»), ¿cuáles?
Las mentiras no son en realidad verdaderas mentiras. Digamos que durante los años 90 viví condicionado por el rol de profeta que me asignaron. Con Vaffanculo quise terminar con ese rol. En esencia, es verdad que cantaba mi propio malestar pero muchas personas me veían como una persona por encima de las demás, como un profeta, cuando en realidad era sólo un chico como ellos.
¿Un desdoblamiento de la personalidad, tal vez?
Recibí numerosos ataques por esta razón, de hecho algunos eruditos opinaron que quizás en mi persona existía un desdoblamiento humano y artístico, capaz de dar su ración diaria tanto a leones como a corderitos, siendo estos últimos los fans que me escribían cartas agradeciéndome que hubiera dado voz a su estado de ánimo.
¿Y quiénes eran los leones?
Ciertas personas que después vertieron opiniones negativas sobre mí, diciendo que emanaba «energía negativa». Tanto mi productor como mi antigua casa discográfica me desaconsejaron pasar al ataque: «déjalo pasar… no alimentes la llama», me decían. Aún hoy pienso que debimos haber respondido con fuerza a esas habladurías del medievo.
¿Hoy te ves cambiado?
Seguramente no tengo la rabia de entonces y este nuevo trabajo refleja exactamente mi visión de las cosas.
Está latente el reflejo de la juventud actual en Resta ad un passo, parece que exista siempre el miedo a algo importante…
Se trata de ciertas jóvenes que no tienen apoyo familiar y son víctimas de un abuso de poder. El otro día, mientras hablaba con un amigo de mi edad, me contaba el dolor que sentía porque su hija se había ido de casa para vivir con un marroquí del que no sabían nada. Yo le dije «¡pero estás tonto! ¡vé a buscarla!» y él me respondió titubeante, porque decía que ella no quería volver a casa. Le contesté que «no tenía cojones a hacerlo». Es necesario enseñar el buen camino a los hijos, enseñar valores positivos, de lo contrario se irán con el primero que tenga cuatro duros.
Parece que han pasado muchos años desde Cenerentola innamorata, tu canción de 1991 donde hablabas de aborto y maternidad pero también de amistad verdadera…
Han cambiado muchísimas cosas, especialmente por la influencia de Internet, que es un arma de doble filo. Los jóvenes de hoy descubren el sexo mucho antes y tienen el acceso a experimentar con otros jóvenes a través de foros o páginas. Los adolescentes también aprender más rápido… Me gustaría que el ministro de Educación considerara mi propuesta de introducir en las escuelas un método de enseñanza que de un sentido poético a la educación por parte de los docentes.
¿A qué te refieres?
Los profesores deben amar su profesión y tengo la sensación de que hoy tienen más ganas de que suene el timbre que los propios alumnos. Es necesario examinar el carisma y el desparpajo para motivar a los estudiantes y conseguir que amen nuestra inmensa y bella cultura, Dante, Michelangelo…
De la amistad a la cultura, pasando por los amigos con derecho a roce, como cantas en Niente d’importante. ¿Por qué desaconsejas este tipo de relaciones?
Porque al final uno de los dos acaba enamorándose. Cuando miramos al amor de frente nos hacemos muy pequeñitos…
Tienes 47 años y tienes una relación con Aurora, que tiene 26. ¿Has decidido sentar la cabeza?
Tenemos los dos tiempo para pensarlo… también para tener un hijo. Es una decisión que habrá que tomar conscientemente porque veo cada día muchos divorcios y, en mi opinión, las familias separadas son la peor ofensa que le puedes hacer a un hijo… aunque nunca digas nunca.
Fuente: Tgcom24 – Andrea Conti