Gira Il cielo della Vergine: las fans más plañideras.
Las canciones polémicas se dejaron para el gran final, antes de los bises: Vaffanculo y Bella stronza. En la platea, un vórtice de luz roja: moviéndose como las alas de un helicóptero, centenares de luces de plástico con forma de corazón. Y es que, en esencia, parecía oírse el palpito de pequeños corazones -verdaderos- en el pecho de los más de seis mil adolescentes, fans de masini: la gran mayoría muchachas -todas cogidas de la mano- con la garganta enrojecida tras cantar estrofa a estrofa todo el repertorio de Masini. Brotaron abundantes lágrimas en el Palaeur; lloros junto a su cantante, Marco, el florentino. El cantautor más amado de la inquietud juvenil. El profeta de la malinconoia, de todos los menores que saben que deben crecer con prisa pero que se sienten cachorros y sueñan con el encuentro fatal entre cenicienta y desesperado. Marco Masini y sus pequeñas, pequeñas canciones, pero tan armónicas…
Precisamente mientras sonaban sus hits de título provocativo (¿pero se trata de verdadera provocación? No, él tiene razón, es sólo el lenguaje de hoy y ni siquiera es el más obsceno), precisamente en ese momento, en el escenario, saltaban los flash. Mientras, arriba, en tribuna, se encontraban las cámaras fotográficas. Esas que cuestan poco menos que mil pesetas. Todas automáticas, compactas. Pulsas y sale la foto. Pero, ¿qué foto? Desde arriba a -al menos- sesenta metros del «divino», la luz del flash se convierte en inútil. En el objetivo, el palco es un punto demasiado lejano. Y Marco, más bien una pulga. ¿Qué foto saldrá? Manchas de color, sombras de músicos. Pero… ¡qué recuerdo! Un recuerdo para pegar en el diario. En la parte inferior de la fotografía, la fecha: 5 de junio de 1995. «Allí estaba yo, en el Palaeur» -pensarán, dentro de unos años, los «fotógrafos»- en estado de melancolía, evocando el fantasma de su juventud pasada.
Marco Masini hizo parada en Roma, fecha situada en mitad de la gira que lleva el título de su nuevo álbum, titulado Il cielo della Vergine. Es verdad que hay más rock en sus arreglos. Acompañado por una modesta banda, los O.R.O., Masini ha comenzado el concierto con Perchè lo fai, la canción que lo catapultó en el Festival de Sanremo, presentándola en versión casi techno-dance. Dio paso a Le ragazze serie, con riffs que recordaban a los Rolling Stones. Más adelante, presentaría a sus músicos bajo una base reggae. Pero no es que encajen perfectamente estos ritmos. Lo que llega al público es aquel «mondo di merda» de Principessa o el «Dio che ti scaccia dal suo paradiso» de Il niente. O quizás las palabras que Masini pronuncia cuando aparece vestido de payaso: «Lo haces para hacer reír a los demás pero, en cambio, por dentro quieres llorar».
Quizás por esto, los cómicos de la Gialappa’s Band idearon un test en el que decían así:
Pregunta: ¿Qué piensas si te digo color azul?
Respuesta A: El mar.
Respuesta B: El cielo.
Respuesta C: Quiero morirme.
Si a estas y a otras preguntas respondes C, entonces sois verdaderos fans de Masini.
Fuente: Raffaele Rosseli – Il Corriere della Sera