Gira Il cielo della Vergine: la indecisión de Masini.
Un Marco Masini en plena metamorfosis genética se presenta ante su público de pequeños corazones luminosos sin la desbordante seguridad de antaño. Jueves por la noche, PalaTrussardi de Milán, tercera parada de su nueva gira: el cantautor florentino ha conseguido reunir a cuatro mil espectadores, quizás algunos menos. Las jóvenes gritan -sin tregua- todavía por él, ondeando -como siempre- pequeñas luces rojas pero parecen algo más adultas. Masini debe haberse dado cuenta, viendo que las ventas de su último disco –Il cielo della vergine– se han detenido en poco más de trescientas mil copias. Una buena cifra para los tiempos que corren pero nada comparable al aluvión de copias vendidas de sus discos anteriores. En esta coyuntura encontramos a Marco Masini de gira, con la típica rabia pero resignado a trabajar prácticamente gratis (la producción del espectáculo es cada vez más costosa) para incrementar las ventas.
El comienzo del concierto es desconcertante: sobre un obsesivo ritmo tecno-dance, Masini se presenta encadenado a manos y pies para cantar una desgarradora Perchè lo fai. Ante él están situadas tres bailarinas petulantes con velo blanco: más kitsch no se ha visto. Una vez encendidas las luces, Marco reaparece vestido de Bruce Willis, con gafas negras, gorra de rapero y camiseta con el nombre de las más grandes capitales mundiales, como Londres, París, Nueva York, Tokyo y… Florencia. Su Florencia. La música también cambia: Acompañado por la banda Oro, aparece el Masini más rock cantando Le ragazze serie. El concierto prosigue de esta manera durante todo el tiempo, pasando del viejo Masini pesimista -que llora y se desespera con historias de telenovela- al Masini heavy, que trata de quitarse de encima esa aureola de melodrama de periferia tan incómoda. Las palabrotas y los epítetos de barra de bar aparecen siempre, como no podría ser de otra forma, tratándose de los títulos de las canciones más famosas. Sin embargo, Masini neutraliza su efecto rompedor haciendo cantar los coros a sus fans. Y es más, se les incita con masoquística ostentación. En Principessa se viste de payaso, con la cara maquillada de blanca, como en el propio videoclip, en el que homenajea a Fellini. No podría faltar una secuencia unplugged, toda en acústico, antes del arrollador final.
Este concierto es una muestra más de que hoy Marco Masini se encuentra en un momento de indecisión, picando un poco de aquí y de allá, de todas las modas recientes, desde el hip hop al hard-core, del tango al raggamuffin. Y es posible que su próximo disco no guste a todos. Puede que no se trate de un álbum lineal, coherente de principio a fin, sin particularidades. También puede que encontremos a un Marco Masini en una versión decididamente trash-rock. Quizás. Por ahora cierra el concierto con la romántica T’innamorerai, entre aplausos, gritos de admiración y también algún bostezo.
Fuente: La Repubblica – Giacomo Pellicciotti